Continuando con el tema de los gladiadores, iniciado en las entrada
Primera y
Segunda, toca el turno a hablar de los combates en sí mismo, dónde se celebraban y las reglas estrictas que los regían.
EL ANFITEATRO: El lugar de los combates.
Todo deporte moderno se practica en su propio tipo de estadio.
Necesita de un lugar específico para su desarrollo correcto y están
diseñados además para que el público disfrute del espectáculo sin
importar dónde esté situado. Pues todas las ideas modernas de
construcción de estadios tienen su origen, sin lugar a dudas, en los
antiguos anfiteatros; eran los lugares donde se practicaba el deporte de
masas de moda en la época: la lucha de gladiadores y las naumaquias
(combates navales en el propio anfiteatro). Además tenían capacidad para
una gran cantidad de espectadores, así como la infraestructura
necesaria para que el espectáculo fuera ágil y ameno… lugares para los
“actores” (gladiadores), espacio para fieras, (algunas luchas de
gladiadores eran contra fieras), trampillas de salida, etc. También
estaban dotados para los músicos, pues eran espectáculos amenizados con
música. Todo un lujo. Y sí, puse “deporte” porque los romanos lo veían
así, como un deporte de riesgo.
Los anfiteatros eran unos edificios de planta redonda u oval (los hay
de las dos formas). En la parte central está la arena, la zona de
combate, con las gradas alrededor para el público. Los servicios propios
del anfiteatro solía estar bajo la arena.

Anfiteatros los había por todo el imperio, pero el que a todos se nos
viene a la cabeza era el ANFITEATRO FLAVIO, más conocido como COLISEO.
Este gigantesco edificio tenía un aforo de 50.000 personas. Asistir a
los juegos de gladiadores era gratuito, pero no por ello se podía
sentar cualquiera en cualquier sitio. Las gradas (cávea) estaban
divididas en cuatro secciones (descritas de izquierda a derecha):
- En el podium, el primero de ellos, se
sentaban los romanos más ilustres: senadores, magistrados,
sacerdotes. En ambos extremos del eje menor había sendos palcos: la
tribuna imperial (pulvinar) y otra reservada
para el magistrado que en ocasiones presidía los juegos. Dado que este
piso era el más próximo a las fieras, había una red metálica de
protección y arqueros apostados regularmente.
- El maenianum primum, para los aristócratas que no pertenecían al senado,
- El maenianum secundum, dividido en el imum para los ciudadanos ricos y el summum para los pobres.
- En lo más alto estaba el maenianum summum in ligneis, hecho de madera, probablemente sin asientos y reservado para mujeres pobres.
El espectáculo se desarrollaba en la arena y bajo ella estaba el
hipogeo, un laberinto de túneles, mazmorras, jaulas, habitáculos para
los gladiadores y todo lo necesario para que todo saliera a la
perfección. Este hipogeo contaba con montacargas y trampillas para la
salida de los protagonistas hacia la arena.
Además contaba de lugar para los músicos, pues como dije, estaba amenizado con música.
Contaba además el Coliseo con un “velario”: una cubierta de tela
desplegable accionada mediante poleas para evitar el molesto sol. Esta
cubierta, hecha primero con tela de vela y luego sustituida por
lino (más ligero), se apoyaba en un entramado de cuerdas del que poco se
sabe. Cada sector de tela podía moverse por separado de los de
alrededor.
En fin, todo un lujo, para un espectáculo de primera.
EL COMBATE: Las reglas del juego
A pesar de la imagen caótica que nos ofrece el cine en los últimos
tiempos, un combate de gladiadores se parecería más a lo que aparece en
la película Espartaco, (1960) dirigida por Stanley Kubrick.
En las escuelas de gladiadores se les sometía a un durísimo
entrenamiento diario con una dieta a base de legumbres, lo cual hacía
que los gladiadores fueran unos hombres muy musculosos y fuertes. No es
de extrañar que todas las mujeres de Roma quisieran sexo con estos
combatientes.
Una vez entrenados ya estaba todo listo para el combate. Se comenzaba
anunciándolo con varios días de antelación, bien con carteles como con
programas de mano, donde constaba todo lo necesario: cuándo se
celebraban, quién era el editor (lo cual era importante, dependiendo de
quién fuera, podía ser de mayor o menor calidad), etc.
El día anterior se les ofrecía la
cena libera:
una cena con orgía en la que podían hacer lo que quisieran, pues muchos
sabían que sería la última cena. Tras la cena, y previo al combate, la
oración a Némesis, la diosa de la fortuna y la venganza.
Se inicia el ritual: los gladiadores salen a la arena y hacen un
calentamiento: un simulacro de lucha con armas de madera o romas. Tras
el calentamiento, suena un cuerno, la hora de la verdad ha llegado. Los
lanistas seleccionan a las parejas de gladiadores que deben actuar y
delimitan el terreno para cada combate señalándolo en el suelo de arena
con un bastón. Y para cada combate se nombra a un árbitro, el
suma rudis. .

Este árbitro atendía a que la lucha fuera honorable, evitándose el
salvajismo y promocionando el juego limpio, de tal forma que si a uno de
los combatientes se le caía accidentalmente el escudo, se paraba el
combate para que este lo recogiera. Vigilaba que se usaran las armas
adecuadas para cada tipo de arte gladiador.
Cuando uno de los combatientes perdía el combate, tiraba el escudo al
suelo y levantaba la mano. Esto era verificado por el suma rudis. En
ese momento se pedía clemencia al público quien dictaminaba si vivía o
moría el gladiador vencido. Si no había clemencia, la muerte era
administrada de forma rápida, dependiendo del arma portada por el
vencedor. El perdedor no oponía resistencia, teniendo así una muerte
digna.
En caso de que el público si tuviera clemencia con el vencido, el
ganador tiraba el arma al suelo. Y todo bajo la mirada atenta del
árbitro, naturalmente.
Los malheridos se les remataba en la arena para que no sufrieran, mediante un golpe mortal en la cabeza, dado por un verdugo.
Los gladiadores que morían en la arena eran arrastrados al espoliario por
los esclavos que estaban al servicio del anfiteatro los cuales se
valían de un garfio de hierro y los sacaban por la puerta llamada de la
Muerte. Dicha puerta conducía al Spoliarium,
dependencia del anfiteatro destinada a depositar los cadáveres para
despojarlos de sus armas y vestiduras, acto que determina bien el
concepto de expoliar de donde proviene la palabra.
Tras el combate, el vencedor se
llevaba una palma y, en ocasiones, premios en metálico, de tal forma que
un gladiador podía llegar a ser MUY rico.
Al final de una larga carrera victoriosa el luchador podía ser
liberado si se le premiaba con una rudis, espada de madera, símbolo de
la libertad para los gladiadores.
Dato curioso: solo el 10% de los gladiadores murieron en combate en
la arena. A consecuencia de sus heridas morirían otros tantos.
GLADIADORES FAMOSOS
Cornelius Átticus: Este gladiador era un
atleta que vivió y posiblemente murió en la ciudad romana de Pollentia
(Alcúdia-Mallorca) en el siglo I d.C. Muy conocido por participar en
pruebas de atletismo, dicen que también se prestaría en los juegos de
gladiadores. En el Museo Arqueológico Local se encuentra un casco y un
antebrazo de gladiador muy bien conservado.
Cornelius Scipion “Africanus”: El primer
gladiador conocido de la historia. En el 206 a.C participó en los
primeros juegos de gladiadores en honor a su difunto padre.
Espartacus: Famoso por haber acaudillado una
rebelión de esclavos contra el poderío de Roma. Dicen que era un
príncipe tracio y que vivió hacia el 90 y 71 a.C. Este soldado de las
tropas auxiliares romanas de Tracia llegó a desertar y huyó buscando su
libertad. Fue hallado y hecho prisionero. Gracias a su preparación
física fue enviado con los gladiadores de Capúa. En la escuela de
gladiadores de Capúa, Espartaco empezó a revolucionar a todos por sus
ideologías en contra de los Gracos y por la pérdida de los poderes del
pueblo más llano. Sus continuas revueltas le llevaron con el tiempo a
Roma.
Volvió al ejército y llegó a organizar un ejército de 40.000 hombres
junto a los cónsules enviados por Roma, Léntulo y Publícola. Luchó con
valentía por la libertad y la justicia. Espartaco fue preparado en
Capua- lugar donde llegó tras ser hecho prisionero y en que entró en su
escuela de gladiadores- y fue el motivador de la famosa rebelión de los
esclavos contra Roma. Capua se hizo famosa por albergar los juegos más
sangrientos realizados por su escuela de gladiadores. Espartaco murió
en el combate contra las tropas de Marco Licinio Craso y 6.000 de sus
soldados fueron crucificados a lo largo de la Vía Apia.
Diocles, “El Hispano”: Llegó a vencer en 1462 carreras y en ganar una gran fortuna en épocas de Trajano y Adriano durante el I siglo d.C.
León “El Africano”: Este gladiador provenía del norte de Africa.
Marco Valerio “Hispánico”: Ex general
romano. Su historia se dió a conocer gracias a la película que
protagonizó Russell Crowe en “Gladiator” con el nombre de Maximus
Decimus Meridius “El Hispano”- nacido en Mérida (Extremadura). El
auténtico vivió a finales del siglo II d.C (Año 180) y fue muy conocido
en su época, sobre todo cuando el espectáculo de los gladiadores iba a
menos y otra causa fue que el Imperio Romano era ya prácticamente
cristiano