martes, 4 de octubre de 2016

El juego en la antigua Roma

Niños jugando con nueces, panel de un sarcófago, obra romana del siglo III (Museo Vaticano). Haz clic en la imagen para ampliarla.
En la actualidad, los juguetes electrónicos son los grandes dominadores en las preferencias de los niños a la hora de divertirse. Los que somos un poquito “más mayores” durante nuestra infancia y quizás de más mayores, para pasarlo bien, jugueteamos con innumerables juegos que podríamos calificar como “más tradicionales”: la pelota, los dados, la peonza…
¿Alguien se ha parado a pensar con qué se divertían los niños hace 2.000 años? Pues con juegos a los que casi todos hemos jugado alguna vez.
Los recién nacidos se entretenían con campanillas en forma de animales; los niños más mayores con aros, peonzas, cometas, carretes (usados como yo-yo)… y las niñas, jugaban a cocinitas y con muñecas de terracota o madera tallada, algunas muy sofisticadas en las que articulaban brazos y piernas. Era frecuente que tuvieran mascotas  (delicium) a las que les llegaban a  tener tanto aprecio que cuando un crío moría, se acostumbraba a representar a su mascota en el sepulcro. Cigarras y grillos cantores eran sus preferidos, guardándolos en cajitas.

 Veamos a qué jugaban, seguro que reconoceréis muchos de ellos:
  • Canicas (ocellates): el más popular. Hechas con barro cocido o piedrecitas redondas en ocasiones dibujadas. Se han encontrado incluso canicas de esa época hechas de vidrio transparente, obtenido del sílice y cenizas. Fue tan popular que incluso el joven Octaviano -futuro emperador César Augusto-, bajaba de su litera para jugar con los niños de la calle.

Escultura de una niña de la antigua Roma que está jugando con las tabas.
  • Tabas (talus): hueso de las patas de cordero, oveja o cabra, generalmente el astrágalo o talón, con seis caras, de las cuales solo se cuentan cuatro, las que son iguales. En el juego se emplean de tres a cuatro tabas. Los niños de familias pudientes usaban en su lugar piezas de marfil o cristal, semejantes a los huesecillos. Las reglas del juego eran similares a las de los dados siendo la mejor tirada la venus y, la peor (cada cara diferente), canis. En ocasiones utilizaban cubiletes para evitar las trampas.
Conjunto de tabas. Haz clic en la imagen para ampliarla.
  • Dados (tesserae, cubi): cubitos de huesos, marfil, madera o mármol con un número, del uno al seis, impreso en cada lado. Se utilizaban dos o tres dados venciendo el que sacaba un seis en todos los dados. Para tener suerte en la jugada solían invocar a una divinidad o pronunciaban el nombre de la mujer que amaban.
  • El ephedrismo: que consistía en golpear con un accesorio un objeto clavado en el suelo debiendo, el perdedor, llevar sobre sus hombros con los ojos tapados al ganador hasta que llegaran a una meta.
  • La morrasimilar al de los “chinos”, debiendo adivinar cuántos dedos sacaría el contrario.
  • La peonza (buxus): hecha de madera de bog, tenía gran aceptación entre los niños.
  • El aro: de diferentes tamaños según las edades. En ocasiones con cascabeles que sonaban al rodar.
  • La gallina ciega, el escondite.
Otros menos populares:
  • Cara o cruz (caput aut navis): tiraban una moneda al aire y elegían de que lado caería. En un lado aparecía grabada la cabeza de “Jano” y en el otro una nave.
  • Pares o nones: encerrando en su puño piedrecitas o pajas.
  • La mosca de bronce: vendando los ojos al niño y gritando “yo cazaré a la mosca de bronce”. El resto respondía diciendo “tú la cazarás pero no la atraparás”. Entonces corren zumbando hasta que es atrapado uno de ellos.
  • Mormolycion: equivalente a dar sustos con una máscara en la cara.
  • Columpio: con un carácter simbólico religioso ya que se consideraba que había sido inventado por el Dios Baco.
  • Micare:  dos jugadores puestos de frente a una distancia oportuna levantan la mano derecha con algunos dedos tendidos y otros replegados mientras dicen un número; el que acierta la cantidad de dedos desplegados entre la derecha de los contendientes es el que gana. El número no puede ser superior a diez.
Muñeca articulada, marfil, Museo Nacional Romano (Museo Nacional de Roma).
Juegos de mesa:
  • Latrunculi: jugado sobre un tablero cuadrado y guijarros, similar al ajedrez o a las damas.
  • Ludus duodecim litterarum -tablero de tres filas y doce espacios donde se movían unas fichas según unas normas que desconocemos; la tabula; el tres en raya…
Los adultos también se divertían:
  • Juego de la pelota, procedente de Grecia y al que jugaban incluso los hombres más importantes como Julio César, Augusto…
  • Danza, música, natación tirándose al río Tíber, montar a caballo, gimnasia, caza, pesca, lucha…
Juegos de azar:
Los preferidos por los romanos. Llegaban a apostar grandes cantidades de dinero. El emperador Augusto perdió en una sola noche 20.000 sestercios y Nerón apostaba en cada partida 400 sestercios. Además de dinero se jugaban joyas, objetos preciosos e incluso las túnicas de sus esclavos.
Nuestra actual “Ruleta” de los casinos tiene su antecedente en los militares romanos. Utilizaban las ruedas de los carros marcados con números u objetos y en otras ocasiones usaban sus propios escudos. De esta manera se entretenían durante los descansos tras sus largas y agotadoras jornadas, apostando los escasos ingresos que poseían como legionarios.

lunes, 26 de septiembre de 2016

"Adidas Predator"

Arqueólogos ingleses han encontrado una sandalia romana de cuero de hace dos mil años en muy
buen estado. Hallada en una zanja junto al muro de Adriano en las
excavaciones de la fortaleza romana de Vindolanda cerca de Hexham,
Northumberland. Los expertos destacan el parecido a la famosa bota de
fútbol de David Beckham "Adidas Predator".


Roman shoe that resembles an Adidas Predator football boot
Roman shoe that resembles an Adidas Predator football boot Credit: Paul Kingston/NNP


A beautifully preserved Roman leather shoe that remsembles a modern day Predator football boot made by Adidas
A beautifully preserved Roman leather shoe that remsembles a modern day Predator football boot made by Adidas Credit:  Paul Kingston/NNP

Vindolanda Trust Curator Barbara Birley holding the leather shoe by the dig site at Vindolanda Roman Fort near Hadrian's Wall
Vindolanda Trust Curator Barbara Birley holding the leather shoe by the dig site at Vindolanda Roman Fort near Hadrian's Wall Credit: Paul Kingston/NNP

jueves, 15 de septiembre de 2016

VISITA VIRTUAL AL COLISEO

miércoles, 8 de junio de 2016

El “Edicto de Tesalónica”, por TEODOSIO I


El “Edicto de Tesalónica”, por TEODOSIO I, confirma el cristianismo como religión de Estado.


Por el “Edicto de Tesalónica” (Cunctos populos), promulgado, en la fecha, por el emperador romano de Oriente TEODOSIO I el Grande, se establece el catolicismo como religión de Estado en el Imperio, terminando con los últimos restos de paganismo y constituyendo el final de la evolución del Imperio romano enteramente cristianizado. Dice el decreto: “es voluntad de los emperadores que todos profesen la religión que Pedro transmitió a los romanos y es la profesada por Dámaso. Creemos en una sola divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, con idéntica majestad y Santa Trinidad”. El emperador se sitúa con claridad en la fe de Nicea y prepara el tema que se debatirá en el concilio convocado en Constantinopla para mayo de 381. Así, pues, quien erige al catolicismo como religión oficial del Estado es TEODOSIO I, ya que Constantino I se había limitado, con el “Edicto de Milán” en 313, únicamente a prohibir que se persiguiese a los cristianos y a ofrecer una libertad de culto

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lunes, 6 de junio de 2016

Iunius, el mes de Juno

Este mes tan relevante, puerta del verano, debe su nombre a la diosa Juno, esposa de Júpiter y reina de los cielos. El sincretismo grecorromano cambió a la primitiva Juno de funciones dentro del panteón divino. Dentro de sus atribuciones, la diosa también era la garante de la naturaleza y el matrimonio. Otras teorías apuntan a que era el mes de los jóvenes, junior. El mes se representaba en el calendario como una joven desnuda que señala con su índice un reloj de sol mientras porta en la otra mano una antorcha. Este simbolismo escenifica que a partir de este mes el sol comienza a bajar. La antorcha posee la gama de colores que salpican los campos en verano. Hay otra teoría que apunta a que Junio debe su nombre al primer miembro relevante de esta gens en la Historia de Roma, Lucio Junio Bruto. Este personaje fue el primer cónsul de Roma después de la expulsión de su tío, Tarquinio el Soberbio, último rey de origen etrusco. Una vez en su nuevo cargo, ratificado por el recién creado Senado de la nueva república, realizó un sacrificio público en pos de la libertad a la diosa Carna, hacedora de la vida humana.

Júpiter y Juno en el monte Ida (1790-1799) - James Barry
Júpiter y Juno en el monte Ida (1790-1799) – James Barry
En las kalendas de Junio tenían lugar los rituales en honor a la mencionada Carna, hermana de Diana y deidad polivalente que protegía los genitales masculinos, las digestiones y los quicios de las puertas. Era la diosa de los goznes, pues su poder abría lo cerrado y cerraba lo abierto. También ahuyentaba a los parásitos y los vampiros. Este día se comía habas con tocino, ritual que, según las creencias de entonces, mantenían la virilidad por un año. Curiosamente, había una prohibición manifiesta de casarse durante la primera quincena del mes…
El día 4 se conmemoraba la destrucción de Troya y la huída de Eneas, legendario antepasado de los fundadores de Roma.
El día 5 se invocaba a Divis Fidis, diosa de los juramentos. Éstos debían realizarse a cielo abierto, por eso el templo de la diosa tenía el techo abierto.
Este ritual estaba ligado también a Semo Sancus, el dios del juramento de origen sabino que con los años se asimiló al culto hercúleo.
El día 8 estaba consagrado a Mens y Venus. Los de Roma se erigieron para conjurar el desastre de Trasimeno frente a los cartagineses. Mens, diosa de la razón, era la encargada de dotar de buen juicio a los recién nacidos.
El día 9 tenían lugar las Segundas Vestales: el Templo circular de Vesta no podía tener ninguna reserva de agua en su interior, ya que esta es enemiga del fuego. La llama sagrada de Vesta debía estar siempre encendida y era vigilada celosamente por las vestales. Si se apagaba, debía ser encendida frotando dos trozos de madera de árbol fértil. Sólo podía apagarse una vez la año, el último día de Febrarius, para que la llama fuese renovada el primer día de Martius, último y primer día del año antiguo romano republicano.
Debido a esta prohibición de almacenar agua, las Vestales tenían que ir a diario a la fuente de las Camenas a por el agua necesaria para sus las labores rutinarias. Para ello utilizaban una vasija especial, la futile, un cántaro de boca ancha y de fondo apuntado que no se sujetaba en pie una vez lleno. Las Segundas Vestales eran especialmente celebradas por los collegium de panaderos y molineros, pues tenían estos oficios contacto directo con el fuego para la realización de sus productos. En estas festividades también participaban los asnos, animales consagrados a Vesta y usados para hacer girar la muela del molino. Se les adornaba con guirnaldas y collares de panecillos, al igual que a las muelas de los molinos, inactivas este día. Las matronas romanas acudían al templo descalzas para estar en contacto con la Tierra, identificada con la diosa Hestia / Vesta.
El día 11 se celebraban las Matrales. Este rito estaba dedicado a Mater Matuta, la diosa de la aurora y protectora de los alumbramientos. Sus atribuciones también mudaron con el tiempo, siendo en época imperial protectora de los navegantes. Las mujeres casadas una sola vez acudían a su templo del Foro Boario junto a sus sobrinos portando los testuacia, unos pastelillos dedicados a la divinidad.
Los Idus de Junio tenían lugar los quincuatros menores en honor a Minerva.
El día 23 se celebraba el matrimonio entre Júpiter y Juno. Era una fecha muy especial, el solsticio de verano. También era el día de Servio Tulio, legendario rey de Roma nacido del fuego y favorito de Fortuna hasta que fue asesinado por su propia hija. Como homenaje a este personaje se pasaba la noche en vela, prendiendo hogueras para que la luz del sol no decaiga. Para conseguir buenos augurios había que saltar estas hogueras un número impar de veces, preferiblemente tres o siete. En la costa mediterránea aún seguimos manteniendo este ritual milenario. Pero ahora se le conoce como la Noche de San Juan.
Obviamente, el día 24 estaba dedicado a Jano, dios de los cambios. Se conocía a este día como “La Puerta de los Hombres” en contraposición al invernal, conocido como “La Puerta de los Dioses”, pues desde esta fecha acorta el día.
El día 30 se consagraba a las musas. Eran nueve hermanas fruto de nueve largas noches de amor. Son las garantes de las artes en el mundo; éstos son sus nombres y sus funciones:
Calíope: poesía épica; Clío: historia; Polimnia: pantomima; Euterpe: flauta; Terpsícore: poesía ligera y danza; Erato: lírica coral; Melpómene: tragedia; Talía: comedia; Urania: astronomía.

El kétchup del imperio romano

El kétchup del imperio romano

Un equipo gaditano recupera el ‘garum’, el condimento más difundido hace veinte siglos

Ciudad romana de Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz).
Sal, vísceras de pescado, salmonetes, especias como el anís, vinagre o vino: esos eran algunos de los ingredientes conocidos de la salsa más famosa del imperio romano, el garum. De ella, Plinio el Viejo decía que “ningún licor ni perfume tiene mayor precio y da tanta fama a los lugares donde se fabrica”. Y casi dos milenios después el arqueólogo y profesor de la Universidad de Cádiz Darío Bernal reafirma las palabras del naturalista latino: “Cádiz era de los lugares más reputados en la producción de la salsa”. Habla con conocimiento de causa, ya que dirige una investigación “única” que pretende volver a producir el famoso garum gaditanum a partir de restos encontrados en el yacimiento de Baelo Claudia (Bolonia, Tarifa).
Bernal, además de ser doctor en arqueología, es especialista en el estudio del uso de los recursos marinos en la Antigüedad. Desde hace años capitanea un grupo de investigación “pionero” que no tiene parangón conocido en el mundo académico y que intenta indagar cómo se alimentaba la gente en el imperio romano. Para ello su equipo interdisciplinar engloba a profesionales tan aparentemente dispares como arqueólogos, historiadores, biólogos, geólogos o químicos.
Llevan años enfrascados en el estudio del garum. De hecho, ya consiguieron investigar, reproducir y comercializar Flor de Garum, la salsa que se producía en Pompeya. Ahora centran su mirada en el condimento que se producía en la zona de Cádiz y los primeros resultados son más que prometedores. El ambicioso proyecto arrancó en 2013 y ya han excavado en las factorías de salazones del siglo V después de Cristo de la ciudad romana, donde han logrado encontrar cubetas con restos, hecho esencial para poder continuar adelante con el estudio.
“Nuestro fin es investigador, queremos comprender el proceso”, explica Bernal. Por eso quieren conseguir la reproducción exacta del garum gaditanum. Desde el verano pasado han avanzado mucho: los arqueozoólogos determinaron a qué animales pertenecían los restos óseos descubiertos y los geólogos qué vegetales se incorporaban como ingredientes. Los expertos químicos analizaron en detalle los restos y ahora están replicando el compuesto en el laboratorio. “Hemos rellenado ánforas pequeñas con la mezcla para reproducir las condiciones y problemas que tenían”, explica Bernal.
El consumo de garum en la era romana era tan común que la salsa aparece como ingrediente en la mayoría de sus recetas. “Desde la mesa del emperador a la dieta del legionario, el garum estaba presente, aunque de distinta calidad”, apunta Bernal. Y el que se fabricaba en Cádiz era “el más reputado”, por la excelencia del pescado y por la experiencia en salazones “que venía desde los fenicios”. Aunque el proceso de elaboración era similar en todas las zonas, los ingredientes variaban. Las vísceras, espinas y piel de pescados como el atún se mezclaban con sal, trozos de pulpo, salmonetes, vino o vinagre y diversas especias y se dejaban en maceración tres semanas. La sal “eliminaba el crecimiento bacteriano”; la mezcla se removía hasta que quedaba como un puré. Esa pasta se filtraba y el elemento líquido resultante era el garum; el residuo sólido era un paté llamado allec, que también se consumía.
En contra de lo que se pueda pensar, el sabor de la salsa no es tan extraño a los paladares de hoy. Bernal ya lo pudo comprobar con Flor de Garum, el resultado de su anterior investigación en Pompeya. Hoy se comercializa y gusta al que lo prueba: “Al que consume salazones, este producto le encanta”, matiza. Por ello, su intención es que cuando concluya la investigación con el garum gaditanum, este producto también se lance al mercado.
Si la Gades de la Antigüedad fue conocida en todo el imperio por la calidad de su garum, la Cádiz del siglo XXI podría ser el lugar en el que se consiguió revivir una receta al cabo de dos milenios.

viernes, 3 de junio de 2016

ESPECTÁCULOS EN ROMA

miércoles, 1 de junio de 2016

TESTACCIO: DE LAS ÁFORAS A LOS BARRILES

La recogida selectiva de residuos comenzó en Roma, prueba de ello es el monte Testaccio, una colina artificial de una altura de 50 metros y una base de 22.000 metros cuadrados construida con los restos de 25 millones de ánforas en las que se transportaba el aceite de oliva desde Hispania hasta la urbe.
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Detalle del suelo del Monte Testaccio, en la actualidad cubierto de vegetación. La mayor parte de estas ánforas provenían de la provincia hispánica Bética y se utilizaban para almacenar aceite de oliva. Autor: Steve browne & John Verkleir
La producción de las ánforas era sencilla, las asas ayudaban en su manejo y eran fáciles de transportar en los barcos -las bodegas se cubrían con arena y en ella se enterraban parcialmente la parte cónica inferior-. Así que, en Grecia y Roma se convirtieron en los recipientes habituales para el transporte de los líquidos más preciados: vino y aceite de oliva. Entonces, ¿por qué y cuándo los romanos dejaron a un lado las ánforas de barro y adoptaron los barriles de roble?
Si para el transporte naval las ánforas eran el recipiente adecuado, para el transporte terrestre su forma no facilitaba el traslado en carros. Sería a mediados del siglo I a.C. cuando la República romana sometió la Galia, y los invasores conocieron la forma en la que los galos almacenaban y transportaban la cerveza… en barriles de roble. Las legiones romanas fueron las primeras en adoptar las barricas de roble para transportar el vino que les acompañaba en sus múltiples expediciones de conquista, abandonando las incómodas ánforas.
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Ánforas romanas. Museo Vivanco de la Cultura del Vino. Briones, España.
Aunque hoy en día el uso del roble francés o americano para el envejecimiento de los vinos es lo habitual por las características y particularidades de la madera, en esta época la elección del roble no tenía que ver con los métodos de elaboración y crianza sino con la abundancia de estos árboles en Europa y porque su madera se puede doblar relativamente fácil para construir los barriles.
Siguiendo el ejemplo del ejército, los comerciantes de Roma adoptaron rápidamente los barriles de madera en lugar de ánforas: eran más resistentes que la arcilla, pesaban menos y se podían mover con menos esfuerzo haciéndolos rodar. Además, a diferencia de la arcilla, los barriles de madera permiten la oxidación y aportan sabores, olores y matices. De esta forma, comprobaron que los vinos enviados a largas distancias en los barriles de roble mejoraban cuando llegaban a su destino.
Así que, si los barriles de roble comenzaron a utilizarse por la facilidad en el transporte y por la cantidad de la madera, hoy tienen que ver con el olor y el sabor que aportan al vino.

DELPUERTO DE OSTIA AL PUERTO DE TRAJANO

El antiguo puerto imperial de Roma vuelve a mostrar sus restos arqueológicos

Los restos arqueológicos del puerto imperial de Claudio y Trajano, que fue el mayor del Mediterráneo y consolidó el poder de Roma en la Antigüedad, acaban de reabrirse al público y estarán accesibles este año durante seis meses.
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Fuente: EFE  |  LA VANGUARDIA
Roma, 26 abr.- Fue el centro de operaciones más importante del mundo antiguo durante casi medio milenio pero hoy solo quedan restos de sus almacenes y dársenas que apenas permiten imaginar el bullicio de antaño, cuando se intercambiaban millones de ánforas de aceite de Andalucía o barricas de cereal egipcio.
Hace casi dos mil años era el lugar por el que transitaban personas y mercancías, procedentes de los confines del mundo conocido, para abastecer a todo el Imperio de vino, tejidos, metales para la construcción o también animales salvajes para los espectáculos de circo.
Además, servía como base defensiva para los navíos del ejército romano y como punto de partida de las campañas militares.
Estaba conectado al Tíber a través de un complejo sistema de canales que conseguían salvar el inconveniente de que el Mediterráneo es un mar que fundamentalmente se navegaba en verano y el río merma considerablemente su caudal en esa época.
Las mercancías llegaban al puerto y se reservaban en los almacenes, la parte que mejor se conserva, hasta que pasaban a embarcaciones menores que las distribuían al interior del imperio a través del río.
Estos locales han ayudado a dar testimonio de un sistema de medición y reparto de la mercancía.
A través de patios y pasillos, de los que aún se mantienen los cimientos, los productos se repartían en función de su destino y se computaban utilizando antiguos sistemas de medición: por ejemplo las ánforas para los líquidos, lo que permitía llevar un cálculo de las transacciones.
El puerto imperial es hoy “una de las piezas fundamentales para reconstruir la historia económica del imperio romano”, relata a Efe el arqueólogo responsable del proyecto de conservación del puerto, Renato Sebastiani.
El experto explica a Efe que uno de los objetivos es darlo a conocer tanto a visitantes italianos como a turistas extranjeros y para ello el aeropuerto de Fiumicino, cercano al lugar, ha habilitado un sistema de autobuses gratuitos hasta el parque arqueológico.
Comprender hoy el funcionamiento y las estructuras de este gran fondeadero requiere un ejercicio de imaginación, como en tantas obras de la Roma antigua.
Donde antes estaba el mar, ahora hay un inmenso parque colmado de eucaliptos, pinos y encinas ya que, a causa de la sedimentación, la línea de costa ha ganado unos cuatro kilómetros al agua; la zona fue recalificada y finalmente convertida en parque natural en las primeras décadas del siglo XX.
Aún se pueden percibir las marcas del salitre en los restos de los muros y el agua todavía emerge en algunas zonas cercanas a las antiguas dársenas.
También se adivinan los muelles de embarque, de los que se mantienen varios tramos de escaleras o las bitas para amarrar los barcos.
La historia del complejo portuario comienza en torno al 100 d.C., cuando la elevada población de Roma, cercana al millón y medio de habitantes, el equivalente a una concentración de 50 millones de personas en la época actual, exigía una infraestructura que pudiera garantizar el abastecimiento.
Sin el puerto imperial, “Roma no habría podido existir”, asegura a Efe el arqueólogo responsable del puerto de Claudio y Trajano.
Mientras que en el anterior puerto de Ostia solo podían atracar dos naves, en el nuevo complejo de Trajano podían hacerlo 200 embarcaciones.
Su cuenca hexagonal de 32 hectáreas lo convirtió en el centro de intercambios “más grande del mundo antiguo”, según el arqueólogo.
Ahora ese espacio es un enorme lago artificial pero que mantiene su forma regular de seis lados, sin precedentes en la antigüedad, más perceptible desde el aire o sobre los mapas que se pueden encontrar fácilmente en internet.
El acondicionamiento y la reapertura del sitio se está llevando a cabo gracias a la financiación de entes públicos y mecenas privados, como por otro lado ocurre en muchos bienes del patrimonio cultural romano como la reciente restauración de la Fontana di Trevi o el Coliseo romanos.
La fundación Benetton y el consorcio Aeropuertos de Roma participan en el proyecto de reacondicionamiento del puerto imperial de Claudio y Trajano.

LA INFANCIA EN EL MUNDO ROMANO

VILLAS ROMANAS

EL COLISEO ROMANO


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Roma: Una lluvia de pétalos de rosa tiñe de rojo el Panteón

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Fuente: La Repubblica       15 de mayo de 2016
Fotos: ALESSANDRO SERRANO / AGF
Pétalos rojos sobre los fieles, sobre los tocados de las monjas, sobre la vestimenta de los prelados, sobre el pavimento del Panteón. Es la lluvia de rosas que cada año, bajo la mirada de muchísimos curiosos y turistas, se pone en escena para celebrar Pentecostés. Tres equipos de bomberos han accedido al techo del Panteón y han lanzado miles de pétalos de rosa sobre los fieles que asistían al servicio religioso para representar el descenso del Espíritu Santo desde el cielo.
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Taxis, taxímetros en la Antigua Roma

Taxis, taxímetros y controles de alcoholemia en la Antigua Roma


Para recorridos cortos o por la ciudad los más adinerados se movían en literas de tracción humana (unos cuantos esclavos) que se completaba con otro esclavo abriendo paso entre la plebe; para trayectos medios e incluso cortos pero urgentes, el caballo, la biga (carro ligero tirado por dos caballos más conocida por las carreras en el Circo), el essedum (parecido a la biga pero para dos pasajeros de pie) y el cisium, el taxi de la época.
Taxi
El cisium era un vehículo abierto, posiblemente de origen galo, con dos ruedas, tirado por dos caballos y espacio para dos personas sentadas (el cisarius o taxista y el cliente) sobre un especie de caja donde el cliente que lo alquilaba guardaba su equipaje. Para el transporte público o de familias completas, tenían la raeda: un carro de cuatro ruedas con bancos para sentarse y espacio para el equipaje pero con limitación de carga por ley.
Carpentum
Carpentum
Si la caravana o ruolutte de la época era el carpentum, un carro cerrado y con techo para viajar cómodamente en el que se podía comer y beber para no tener que hacer paradas en las mansiones, la limusina, algo más pequeña que el carpentum, era la carruca. El camión con el que se transportaba la carga (materiales, productos de la tierra…) era el plaustrum: una simple tabla de madera sin lados con dos o cuatro ruedas y normalmente tirado por bueyes. Y para terminar con los vehículos más populares de Roma, la arcera destinada al traslado de enfermos y heridos. Tanto la arcera como el carpentum y la carruca tenían una particularidad que los distinguía del resto de carros, y que los hacía más cómodos, una especie de suspensión con correas de cuero.
Cuentamillasromanas
odometro
Esta palabreja es sólo una licencia que me permito para denominar al cuentakilómetros que tenían los romanos para medir las distancias. Ellos lo llamaron odómetro. Una milla romana convertida a nuestro sistema métrico decimal seriá, más o menos, casi un kilómetro y medio.
Aunque parece que la invención del aparato en cuestión fue cosa de Arquímedes, la descripción más precisa de su funcionamiento la hace Vitruvio en De Architectura (libro VII) en el siglo I a.C. El odómetro era un sistema de engranajes con una rueda dentada de un diámetro de 4 pies -un pie, unos 30 cm- y 400 dientes conectada a la rueda. Una vuelta completa de esta rueda suponía haber recorrido una milla y un guijarro (cálculo) caía en una caja. Al final del trayecto sólo había que sumar los cálculos para saber las millas recorridas. También se intentó adaptar este sistema a los barcos con unas ruedas con palas pero el vaivén y el bamboleo de las embarcaciones hacía que el sistema no fuese muy preciso. Lo que está claro es que el odómetro era una herramienta fundamental en el trabajo del taxista de la época.
Alcoholímetro
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Desde los orígenes de Roma, las mujeres tenían prohibido beber vino y la obligación de besar al marido. Ambas, prohibición y obligación, estaban directamente relacionadas y tenían que ver con el ius osculi, el alcoholímetro de la época. Por medio del ius osculi (derecho al beso), el marido besaba en la boca a su esposa para comprobar si había bebido vino. Excepto el supuesto de que el vino consumido fuese prescrito por un médico, porque el vino también se utilizaba con fines medicinales, el castigo que recibiría la esposa que hubiese dado positivo era una paliza, el repudio e incluso la muerte. Este último caso lo cita el historiador Valerio Máximo (siglo I) cuando relata la historia de un tal Mecenio que mató a palos a su mujer por beber vino. Fue un caso sonado en la sociedad romana de la época, pero no por haberla matado, a lo que tenía derecho, sino por el método utilizado. Según Plinio el Viejo, las mujeres condenadas por este tipo de “delito”, equiparable al de adulterio, debían ser encerradas en una habitación de la casa y dejarlas morir por inanición, tal y como se hizo con la esposa que robó a su marido las llaves de la bodega donde guardaba el vino. Aún así, como sólo se equivocó en la forma (¿?), su caso fue, como diríamos hoy, sobreseído. La esposa acusada podía pedir el “contranálisis” que, lamentablemente para ella, corría a cargo de los parientes de la parte acusadora. La esposa debía echar el aliento a los familiares del marido que, seguramente, confirmarían su positivo. Retomando la historia Mecenio, el comentario de Valerio Máximo de esta historia “justificaba” el porqué de castigar este delito:
Cualquier mujer que esté ávida de vino cierra la puerta a la virtud y la abre a todos los vicios.
Con el paso del tiempo esta prohibición se fue relajando y las mujeres pudieron disfrutar de los placeres de Baco.

EL TEATRO GRIEGO VS ROMANO

Teatro (griego) de Segesta
Teatro (romano) de Pompeya.
 Todos estamos acostumbrados a los grandes teatros romanos, pero como otras tantas cosas, el genio inventor fue el griego y los romanos sólo copiaron el sistema, adaptándolo a sus necesidades.
Planta del Teatro de Epidauro (Grecia)
Reconstrucción del Teatro  (romano) de Cartagena
Reconstrucción del Teatro  (romano) de Cartagena
Solía aparecer junto a los templos, pues en su origen los cantos y músicas realizados en ellos formaban parte de los rituales religiosos (como en los famosos juegos Píticos de Delfos)


Teatro de Delfos en donde se realizaban los Juegos Píticos.


Su origen (Bianchi Bandinelli) podría estar en la civilización minoica y, tal vez, hasta el siglo V a C, pudieron ser trapezoidales, estableciéndose el modelo canónico ya en el siglo IV (Teatro de Dionisios, Atenas)
Teatro (grecorromano) de Siracusa
La parte de los espectadores se denomina Koilon (cavea en el mundo romano) y se apoya directamente sobre una colina (ya tallándola, ya construyendo sobre ella) que permitía mejor visibilidad y acústica.
Cavea de Segesta (griego)
Taormina grecorromano. Cavea
Cavea del teatro romano de Borsa (Siria)

(En los romanos muchas veces se realizaba un verdadero edificio sobre el que se sustentaban las gradas, colocando tras él zonas cubiertas para los espectadores)
Teatro Marcello (Roma)
Taormina (reformas romanas. Zona cubierta sobre la cavea)
En la zona plana existía una orchestra en donde se colocaban los coros (con las flautas). Normalmente era circular (o de herradura) mientras que en el mundo romano se convertiría en semicircular al tener mucha menos importancia los coros)
Templo griego de Segesta. Cavea y orchestra
Teatro (romano) de Segóbriga
El propio escenario se denominaba Skene (scena en el mundo romano), más elevado y rectangular. Tras suyo pronto existió una pared no excesivamente elevada que dejaba ver el paisaje. (Como ya hemos dicho hablando de los templos, para la mentalidad griega, insertar el edificio en el paisaje era fundamental y una de las experiencias más alucinantes que se pueden tener es sentarse en un teatro griego y ver sus vistas (como éste que os muestro de Taormina, con el Etna y el mar al fondo, lo único verdaderamente griego que queda de él).
Por el contrario, en los teatros romanos pronto se fue generalizando una gran escena con columnas, nichos con estatuas y puertas, según Blanco Frejeiro, claramente influida por el segundo estilo (arquitectónico) de la pintura.
Segundo estilo. Villa de los misterios
Scena del teatro de Borsa. Siria (Romano)
Teatro (romano) de Palmira. Siria
Siguiendo el modelo de los teatros, los griegos desarrollarán sus eclesias y sus odeones (edificios cubiertos para la música)
Odeón. Taormina