domingo, 17 de diciembre de 2017

EL PANTEON

LA CALLE SAN VICENTE MÁRTIR

La calle que lleva su nombre, con sus casi 4 kilómetros de longitud, fue considerada durante mucho tiempo como la más larga de España.
Esta calle cuenta con la singularidad, además, de estar construida sobre el trazado de la Vía Augusta, la principal calzada romana que cruzaba Hispania de norte a sur. El tramo que recorrió San Vicente desde Zaragoza hasta Valencia para recibir martirio se ha convertido en una ruta de peregrinación jalonada por columnas de piedra que imitan a los antiguos miliarios romanos. Una de estas columnas podemos encontrarla en la entrada del Monasterio de la Roqueta.

está construida sobre el trazado de la Vía Augusta




sábado, 16 de diciembre de 2017

VASOS DE VICARELLO

Los vasos de Vicarello recogen las primeras rutas de la España romana.
https://latunicadeneso.wordpress.com/2013/09/02/un-tesoro-de-gades-en-la-roma-imperial/
Son réplicas en miniatura de un miliario, las grandes columnas de piedra con información viaria que jalonaban las vías romanas.
Su misión era simplemente la de servir como recipiente para beber, y de ahí su forma cilíndrica, y como guía para consultar las distintas etapas del camino.
La vía reflejada en los vasos de Vicarello, llamada Augusta, es una de las más importantes vías de comunicación de la Península Ibérica. Se trata de la vía más directa para comunicar por tierra Gades con Roma. Actualmente, la encontramos en literatura con los nombres de Hercúlea, Heráclea, de Aníbal o Augusta. Pocos caminos de la España antigua pueden rivalizar con éste en importancia.
No se puede sostener la existencia en Hispania de una sola Vía Augusta, dicha acepción no debe entenderse como nombre propio, sino como calificativo que engloba un grupo de vías. Además, en ninguno de los vasos aparecen trayectos con nombres propios. Así pues, la ruta hispana de los vasos de Vicarello sería utilizada en época romana por los ejércitos que cruzaban el valle del Guadalquivir por sitios muy favorables. Una ruta que sólo aquel gaditano del siglo III a.C conoce junto con los enigmáticos secretos del tesoro, ejemplo de la riqueza de Gades, ciudad más importante de occidente en la época.

LA CISTERNA ROMANA EN VALENCIA

En la calle Corretgería, el restaurante Moma cuenta con un reservado a modo de cueva. Por su fisonomía y ubicación bien podría tratarse de una cisterna de la época romana que abastecía de agua a  la ciudad. Durante la Edad Media también pudo haber servido de granero a la vecina Catedral.   A la entrada a la cisterna se puede contemplar en el suelo una losa de piedra que da acceso a un pasadizo que transcurre bajo este  local y los adyacentes.

viernes, 15 de diciembre de 2017

PASAPALABRA SOBRE ROMA

ROMA ANTIGUA

lunes, 4 de diciembre de 2017

EL DEPORTE EN LA ANTIGUA ROMA

"Mens Sana in Corpore Sano". Casi todo el mundo sabe que la expresión de origen romano que significa "Mente sana en cuerpo sano" e identifica inmediatamente como una amonestación a la necesidad de cultivar en el mismo tiempo, el intelecto y el físico. Es, en realidad, un retroceso del gran poeta romano Juvenal, que incluye la buena salud física y mental como una de las bendiciones que debemos pedir a los dioses, preferentemente larga vida, pero sin virtud.

La frase de Juvenal terminó adquiriendo el carácter de lema romano para la práctica de deportes- La práctica del deporte en Roma fue valorada como una forma de entrenamiento militar para los jóvenes. Había un espacio en la ciudad, el campo de Marte, donde hicieron las maniobras de las legiones y donde los jóvenes puedan ejercer en el arco, en equitación y Esgrima, entre otras actividades. Sin embargo, en aquel momento, el deporte para el deporte no era parte de la formación de los niños y los jóvenes romanos, al contrario de lo que ocurrió en los ciudad-estados griegos.
El hecho es que la élite romana durante mucho tiempo y todavía en los albores del Imperio, pensaba que mostrando en público practicar cualquier actividad deportiva que no estaba vinculada con las artes militares era algo degradante e indigno de un Patricio. Por otro lado, el grueso del ejército estaba formado por campesinos libres, que ciertamente ya practicaban el suficiente ejercicio físico duro cada día de la lectura de puerca, cultivo y cosecha.
Por lo tanto, sólo cuando aumenta el contacto directo de los romanos con la civilización griega en el sur de Italia y, sobre todo después de la conquista de territorios en Grecia, en el siglo II A.C., que es de los deportes, en conjunto con otras manifestaciones culturales griegas, tales como teatro, filosofía , las artes y la lengua griega sí mismo, tienen gran influencia en la élite romana.

TIPOS DE TERMAS

Los romanos usaban las aguas termales calientes para aliviar su sufrimiento de reumatismo y artritis, causada por demasiada comida y bebida, y el Caldarium era la cámara fotográfica para baños calientes y baños de vapor. El Caldarium puede ser redonda o rectangular, con uno o más tanques (pooland) de agua caliente y tinas individuales. Los arquitectos construidos generalmente en el sur o el sudoeste de los vestuarios, para explorar el calor natural del sol en las más viejas estructuras, el calor se obtuvo de Braseros simples. Con el tiempo, llegó a ser común el ultilizarem romanos de calefacción por circulación de aire caliente bajo el suelo y a través de las paredes, el hipocausto.
Hipocausto: el piso del Caldarium estaba formado por una capa de hormigón, que se basaba en pilares de ladrillo (suspensura) en un hueco destinado a la circulación de aire caliente. Este sistema podría ser terminado llevando aire caliente también en las paredes del Caldarium.
Los romanos también desarrollaron Thermae en sus colonias, aprovechando las aguas termales naturales que ocurren en Europa para la construcción de Termas en Aix y Vichy en Francia, Bath, Inglaterra y Buxton, Aquisgrán y Wiesbaden en Alemania, en Baden, Austria y Aquincum, Hungría, entre otras localidades. Estas termas se convirtió en el centro de actividades recreativas y sociales en las comunidades. Bibliotecas, auditorios, gimnasios y jardines formaban parte de algunos complejos de aguas termales. Se encuentran varias ruinas de baños en diferentes puntos del territorio anteriormente ocupado por el imperio romano.

Divisiones de Termas en la antigua Roma:
Apodyterium: Era la entrada de las termas romanas. Sirvió como vestuarios. Siempre fue la primera cámara, poco después el pórtico en la entrada. En esta cámara el nadador se desnudó y guardado su ropa, siempre vigilado por un esclavo.
Tepidarium: Temperatura cálida cámara había preparado el baño en la bañera de agua caliente.
Sudatorium: El vapor de la cámara, como la moderna sauna (sala de sudoración).
Palestra: Patio central que es abrir todas las demás cámaras y fue utilizado para ejercicios físicos.
Tabernae: Tiendas adyacentes al baño de la cámaras, donde venden alimentos y bebidas.
Caldarium: Baños de agua caliente. Es una cámara elegante y luminosa. Los baños grandes han incluido piscinas, donde se podía nadar. En balnearios más pequeños, se hizo bañarse en tinas o tanques de agua caliente.
Frigidarium: Cámara para baños de agua fría. En grandes spas del frigidarium podría ser descubierto e incluye entre sus instalaciones una gran piscina donde él practica natación (Natatiae).
Laconicum: Cámara seca.
Hypocaustum: Suelo radiante sistema, cuando los hornos de aire caliente circularon a través de ladrillos perforados y de difundir calor dentro de las murallas.
Praefurnium: Ubicación de hornos subterranêas que calienta el aire y el agua de bañeras

TERMAS ROMANAS DE BATH

El Gran Baño de las termas romanas de Bath, al suroeste de Inglaterra. Esta estancia de los antiguos baños públicos ha soportado diferentes modificaciones a lo largo de los siglos, pero aún conserva su esencia romana. El agua se calienta por debajo de la corteza terrestre y brota a través de un manantial que fue sagrado para los celtas, quienes construyeron un santuario en este lugar. En el siglo I d.C., durante la ocupación romana, el asentamiento pasó a llamarse Aquae Sulis, en honor a Sulis, una deidad céltica asociada a las fuentes termales, que fue identificada con la diosa Minerva. En el siglo VI, los sajones arrebataron la ciudad de Bath a los romanos y las termas fueron destruidas. Los baños se reconstruyeron siglos después, cuando sus aguas curativas fueron apreciadas de nuevo. En la imagen se puede percibir el agua vaporosa por el calor que desprende y verdosa por las algas que se forman en su interior al recibir la luz del sol. En época romana no presentaba este color, pues una cúpula cubría el recinto, sostenida por seis pilares de los que sólo se conservan sus pedestales. En las noches de verano se encienden las antorchas que reposan sobre las columnas neoclásicas, creando una atmósfera sugestiva.

Entre otros usos, este recurso se requería para el abastecimiento de las termas, establecimientos a donde todo romano que se preciara acudía, aunque es cierto que esta costumbre del baño parece que fue traída de Grecia, pues un romano tan tradicional como Catón decía no bañarse delante de su propio hijo por pudor. Pero desde el siglo II a.C. los baños públicos –balneae en latín, pues thermae proviene del griego- se fueron haciendo habituales y el pudor de Catón dio paso a una costumbre de gran arraigo entre los romanos. El agua se convirtió en un elemento fundamental para la salud: salutem per aquam, que da lugar al acrónimo “spa”. En definitiva, los baños son un símbolo de la romanidad.


En todas las ciudades existían establecimientos de baños o termas, de mayor o menor tamaño, más suntuosas o menos. Si atendemos a Roma, a finales del primer siglo a.C. existían nada menos que 170 establecimientos termales según el censo realizado por el amigo de Augusto, Agripa. Más de un siglo después parece que rondaban el millar. Agripa, en cualquier caso, en su cargo de edil construyó las primeras grandes termas con las que contó Roma. Una costumbre que parece que tomaron más adelante varios emperadores, que no dejaron pasar la oportunidad para dotar a la Ciudad Eterna de cada vez mayores complejos termales: Nerón, en el Campo de Marte; las de Tito, sobre los flacos de la antigua Domus Aurea –residencia del primero-, cerca del Coliseo, y sobre las que Trajano levanto las suyas. Las más famosas de todas, en cualquier caso, fueron las de Caracalla en el siglo III d.C., aunque la primera piedra la puso el primer miembro de la dinastía, Septimio Severo, y se terminaron en el reinado de su último miembro, Alejandro Severo. También Diocleciano y Constantino construyeron las suyas propias. Pero las termas no eran solo cosa de Roma y de los emperadores. A lo largo y ancho del Imperio, los potentados locales construían termas con su propio dinero, por lo general para ganar elecciones en sus municipios o ser recordado por sus vecinos cada vez que estos se dieran un baño. Otros las construyeron como un auténtico negocio, puesto que se debía pagar entrada –aunque estas fueran públicas-, aunque la cantidad era ridícula, un cuadrans o un cuarto de as. Tal es así que el mencionado Agripa pagó la entrada a todos los habitantes de Roma durante su año en la edilidad.
En origen, las termas no cuentan con ningún tipo de planteamiento arquitectónico homogéneo. Las distintas salas se añadían sin seguir ningún tipo de orden, adaptándose, más bien, al espacio disponible. Al final de la época de los Julio-Claudios, se comenzaron a diseñar con un eje de simetría, y, en tiempos de Trajano, los planos de las termas solían ser similares para la mayor parte del Imperio, al menos para los edificios más suntuarios que imitaban los programas imperiales de Roma. Vitrubio, por su parte, da en su libro quinto de arquitectura una serie de consejos sobre cómo deben ser construidas. En cualquier caso, no entraremos a hablar sobre la arquitectura de las termas, sino de las estancias y funcionamiento de estos establecimiento

Todas las termas contaban con cuatro estancias o salas fundamentales: Apodyterium, frigidarium, tepidarium y caldarium, las cuales eran recorridas por el romano o romana en el mismo orden en que han sido citadas. El apodyterium era la sala más cercana a la entrada. Podemos considerarlo como un vestuario en donde se desnudaban y se guardaban las prendas antes de iniciar el baño. Una vez desnudos, pasaban al frigidarium, que como su nombre indica, era una sala con una o varias piscinas –a veces de grandes dimensiones- de agua fría. En las termas de mayor tamaño, además, existía una zona al aire libre con una natatio, es decir, una piscina con profundidad suficiente como para poder practicar natación. En cualquier caso, del frigidarium se pasaba al tepidarium, en el que existían piscinas o piscina –alveus– con agua tibia. Se trataba, más bien, de una sala de transición entre el frio y el calor, puesto que la siguiente sala era el caldarium, en donde se encontraban las piscinas de agua caliente.

El baño en ningún caso terminaba en el caldarium. Luego se volvía a realizar el circuito tepidariumfrigidarium, tras lo cual el romano daba por finalizado el baño. Algunas termas duplicaban el tepidarium –o incluso también el frigidarium– para que las personas realizaran el recorrido en una única dirección, sin necesidad de volver sobre sus pasos. Del mismo modo, en otras existían dobles circuitos para hombres y mujeres o, de lo contrario, se establecían horarios distintos para un sexo u otro. Aunque no siempre estuvo prohibido que hombres y mujeres se bañaran juntos, al menos en época de Marcial y Juvenal, pero parece que los muchos escándalos sexuales que sucedían en los baños hicieron que Adriano decretara la segregación por sexo.
También el romano podía pasar por el baño turco, denominado laconicum o sudatio. Se trataba de una pequeña estancia circular y abovedada en donde se alcanzaban, como en cualquier sauna actual, altas temperaturas gracias a un hogar o brasero. La temperatura, en cualquier caso, podía ser regulada, al parecer, mediante un oculus –abertura circular- en su cúpula que era cubierto por un disco de bronce que se abría o cerraba en función de las necesidades de mayor o menor calor.
Además de la rica ornamentación que algunas termas podían tener y de la capacidad constructiva de los complejos imperiales, debemos advertir dos cuestiones técnicas fundamentales. Una, la traída de agua: contaban con un continuado suministro de este recurso hídrico -a veces de acueductos propios-, depósitos y todo un sistema de tuberías y desagües para conducirla. La segunda y más importante, la capacidad técnica de calentar grandes cantidades de agua y las propias salas.

   Respecto a esto último, como ha sido habitual hasta que se descubrió la electricidad y el uso del gas, el único medio que ha tenido la humanidad para calentarse ha sido por medio del fuego. Los romanos, por lo general, usaban en sus casas braseros, sin que se dejaran aberturas para evacuar el humo, por lo que las intoxicaciones por óxido de carbono eran habituales, aunque se utilizara madera muy seca o carbón vegetal. De esta manera, los braseros fueron utilizados en las primeras termas como muestran las temas del Foro de Pompeya en donde se ha encontrado un enorme brasero de bronce. Pero este sistema, como se puede entender, era muy limitado. La gran innovación fue, sin duda, el hipocausto a finales del siglo II a.C. Como indica la etimología de la palabra, se trata de una calefacción inferior, que, en cualquier caso, fue ideado previamente por los griegos, aunque suponemos que mejorado por los romanos. En cualquier caso, este tipo de calefacción se basaba, en primer lugar, en un hogar o praefurnium que se encontraba en el sótano, concretamente situado directamente debajo de la sala del caldarium o muy próxima a la misma. Encima este horno, de hecho, se podían encontrar los depósitos de agua caliente. El calor que este emitía debía expandirse por la estancia subterránea, que se caracterizaba por ser un bosque de piletas de ladrillo que sujetaban el suelo de la estancia superior. Se trataba, por tanto, de un suelo colgante –suspensura-, también denominado suelo de circulación. Conforme más alejado estuviera una estancia del horno, el aire perdía calor, por tanto el tepidarium debía siempre encontrarse lo suficientemente lejos del praefurnium para que el grado de calor que le llegara fuera inferior a la del caldarium. Este tipo de calefacción, en cualquier caso, tenía una ventaja clara: las estancias no se llenaban de humo.
Para mejorar el sistema de calefacción, el aire caliente también ascendía por las paredes de forma vertical, que al mismo tiempo actuaba de chimenea, puesto que el humo finalmente salía por la parte superior del edificio. Para esto, el tabique estaba revestido de unos ladrillos planos, llamados tegulae mammatae o tejas de tetilla, puesto que en su cara interior contaba con cuatro o cinco pernos que los sujetaba a la pared, pero que permitía que hubiera un espacio por donde circulara el aire caliente. No obstante, la técnica no era del todo buena, puesto que no siempre el aire ascendía debido a esos propios pernos y las corrientes internas que se producían en este espacio. Ya en el siglo I d.C. se crearon los tubuli. Estos eran cerámicas con sección rectangular que permitían crear un espacio vertical y delimitado de ascenso, a modo de chimenea, lo que evitaba que se produjeran las mencionadas corrientes.


Estos sistemas de calefacción, en cualquier caso, no se utilizaron solo para las termas. Las casas particulares, al menos las más pudientes, contaban con sistemas parecidos –también las más lujosas villas contaban con balnea privados-, y sobre todo en las regiones más frías del imperio era un sistema habitual. Claro está, el brasero siguió siendo utilizado, en concreto entre el pueblo menudo, y la única manera de calentar estancias, por ejemplo, en las insulae de varios pisos.
El romano, por lo general, cuando acudía a las termas era para bañarse como parece lógico. Pero estos recintos termales, al menos los más importantes, ofertaban muy diversas actividades. A diferencia que los griegos, para quienes el baño era el accesorio tras la realización de deporte, para el romano el deporte era en realidad el accesorio. Por ello, algunas termas contaban con una palestra –palaestra-, un patio, por lo general porticado, de considerable dimensiones, por si deseaban realizar ejercicio físico previo al baño. En algunas había tabernae, es decir, tiendas, en donde se ofertaban alimentos por si el agua abría el apetito de los bañistas. También jardines para pasear, salones para reposar, servicios de masajes –previo pago al correspondiente esclavo-, así como lupanares donde dar salida a las pasiones. Para los más eruditos, también bibliotecas para deleitarse con la lectura.
Las termas, por otro lado, era uno de los principales lugares para hacer vida comunitaria. Los romanos iban allí a ver amigos y hablar con ellos, o incluso a cerrar negocios de cualquier tipo, incluidas cuestiones políticas. No es de extrañar que las piscinas a las que hemos hecho mención se caracterizaran por tener escalones en su interior que permitieran sentarse y, por tanto, poder reposar mientras se entablaba conversación con los otros bañistas.

domingo, 3 de diciembre de 2017

VILLA ROMANA


Graffitis en las letrinas

https://partedeconfirmacion.blogspot.com.es/2016/11/graffitis-en-las-letrinas.html


Una de las visitas más interesantes, algo que parecería programado por alguna de esas estúpidas leyes de Murphy, fue una de las que teóricamente nunca hubiese podido hacer... 

Hablamos de la ciudad de Ostia Antica la cual, a unos 30 kilómetros de la Capital Imperial, constituyó el puerto por el que llegaron cuantas mercancías fueron necesarias para mantener las necesidades del cerca del millón de almas que residían en Roma...

La visita al yacimiento de Ostia me pareció extraordinaria y solo por cuanto enseñan, que ya resulta del máximo interés; imaginaos además todo aquello que guardan, en un intento de custodiar y/o de rehabilitar.

Mucho me costó fotografiar estas imágenes de las paredes de las letrinas de sus Termas de los Siete Sabios, por cuanto son instalaciones cerradas al público... Yo las había conocido por casualidad, fruto de un proceso de documentación previo a mi viaje...



Hube de dirigirme a un par de arqueólogos/restauradores que allí se encontraban y presentarme como un médico español, muy inclinado hacia la Gastroenterología, suplicándoles que me permitiesen verlas y fotografiarlas durante un solo minuto. Tuve suerte...!

En las paredes de estas letrinas se representa a los siete sabios de la antigüedad, que dan nombre a las termas, sentenciando frases escatológicas sobre la defecación y las flatulencias.

La primera foto corresponde a algunas de estas frases: a la derecha Thales de Mileto afirma "Durum cacantes monuit ut nitant Thales", que en román paladino viene a significar que "Thales recomienda que las personas que defecan con dificultad han de esforzarse"...


Otra frase, la más simpática, sentencia: "Amice fugit te proverbium: bene caca et irrima médicos"... lo que viene a ser más o menos: "Amigo, no conoces el refrán?: caga bién y... que les den a los médicos!"


Y la última que mencionaré y que parece salir de la boca del sabio Chillon: "Vissi retacite Chillon docuit subdolus" se traduciría por "Fue el listo de Chillón el que enseñó a la gente a tirarse pedos sin hacer ruido".

Esta visita me cautivó desde su graciosa grosería, recordándome algunos dichos populares de antaño, como uno que parecía gustar particularmente a mi abuelo, quien afirmaba desde su formación de extremeño rural aquello de: "El que pee fuerte y mea claro no necesita ni médico ni cirujano"...

En fin: vuelvo a pensar que los clásicos ya lo habían inventado todo, hasta los soeces graffitis de las paredes de los cuartos de baño...

LAS LETRINAS EN ROMA, UN PELIGRO

http://historiasdelahistoria.com/2013/08/20/los-peligros-de-utilizar-las-letrinas-publicas-en-la-antigua-roma

El agua que llegaba a la ciudad de Roma a través de los acueductos se almacenaba en grandes depósitos desde donde se distribuía a las panaderías, las casas, los baños… El agua sobrante de estos usos prioritarios terminaba en la red de alcantarillado: la Cloaca Máxima. Iniciada su construcción en el siglo VI a.C. por el rey Tarquinio y ampliada en varias ocasiones en siglos posteriores, recogía las aguas fecales de las casas -lógicamente, esta red no cubría toda Roma y mucho menos las zonas de las clases bajas- y de las letrinas públicas (latrinae publicae) para llevarlas hasta el río Tíber. El problema era cuando las aguas residuales volvían a su origen… por las crecidas del Tíber.

En la ciudad de Roma se distribuían estratégicamente decenas de letrinas públicas (en el siglo IV había 144 con más de 4.000 plazas) para satisfacer las necesidades fisiológicas de los ciudadanos. Estas letrinas consistían en un banco de frío mármol con varios agujeros en los que sentarse a evacuar y bajo ellos la corriente de agua que arrastra la materia fecal. A modo de papel higiénico, en las letrinas públicas los romanos utilizaban un palo que llevaba en un extremo una esponja de mar (spongia). Y ahora que nos hacemos uno idea del habitáculo, veremos los peligros de utilizarlas…

  • Como no había separación entre los agujeros, tenías que compartir aquellos momentos de intimidad con desconocidos y no te digo nada si eran de los que daban conversación.
  • En teoría, después de usarse la spongia debía enjuagarse y limpiarse para el siguiente, y cada cierto tiempo cambiarse. Sentarse a aliviarse y comprobar que la spongia se debía haber cambiado hace tiempo…
  • Y la más peligrosa para la integridad física… Existía la graciosa costumbre de algunos gamberros de echar una pelota de lana ardiendo en las alcantarillas que si te pillaba con el culo en el agujero…


Y si los romanos utilizaron su arte y su talento en la canalización, distribución y uso del agua, también lo hicieron a la hora de reciclarla. En las letrinas que la alta sociedad tenían en sus casas, se reciclaba el agua usada en los termas privadas para los retretes, y en casas no tan pudientes, pero que también disponían de letrinas, estas se situaban cerca de las cocinas para reciclar el agua con la que lavaban los utensilios de cocina.
Fuentes: La Antigua Roma – Philip Matyszak, Ciencia y Tecnología en el Antiguo Mundo Romano – Álvaro Vitores Glez.

sábado, 2 de diciembre de 2017

EL CIRCO ROMANO EN VALENCIA

http://www.lasprovincias.es/valencia-ciudad/201406/27/circo-escondido-valencia-20140627194114.html#
Ocupaba una superficie de más de tres campos de fútbol. Con 350 metros de largo y más de 70 de ancho, el circo romano de Valentia era la construcción más imponente de nuestra ciudad en el siglo II, durante la época romana y bizantina. Partía desde la calle de la Paz, a la altura del Colegio del Patriarca, y llegaba hasta la calle Almirante, donde se encuentra la sede de Comisiones Obreras.
Sin embargo, el circo romano es un gran desconocido para muchos de los valencianos. De hecho, hace poco más de veinte ni siquiera historiadores y arqueólogos imaginaban que, bajo el suelo de Valencia, yaciera un circo romano.
Los descubrimientos de los restos del circo comenzaron en 1987, en la calle Barón de Petrés, donde aparecieron dos basamentos de piedra de la zona de las carceres. Un año después apareció el primer tramo de la pared, el occidental; y en 1990, el oriental. Entonces, todos estos descubrimientos se consideraron que formaban parte de la muralla romana.
Sin embargo, en 1993 se encontraron sendas muestras deterioradas de los muros interno y externo del circo que, junto al hallazgo en 1995 de un fragmento de la cabecera de salida y meta en la calle de la Paz disiparon todas las dudas.

“El circo romano era un hipódromo, y en la antigüedad, sobre todo en la época romana del Imperio y en la época bizantina, era el deporte principal; era una actividad de trascendencia similar al fútbol de ahora, ya que los emperadores estaban siempre pendientes de que el pueblo tuviera su ración de circo”, explicó Albert Ribera, jefe del Servicio de Investigación Arqueológica Municipal de Valencia.
“Las competiciones las disputaban doce cuádrigas, que salían a la vez, y que daban doce vueltas al recinto; siempre había accidentes y se producían escenas casi de terror pero que a los antiguos les interesaban”, señaló Ribera. “Se conocen una decena de puntos del centro de Valencia con restos del circo, que yace debajo de la ciudad, y que se han ido localizando uno por uno hasta montar el puzzle final”, destacó.
Las carceres estaban en la calle Barón de Petrés. Los restos del muro occidental, en la plaza de Nápoles y Sicilia, al igual que la arena. En la calle Palau hay también restos del muro occidental, así como en la calle Miracle. Del muro oriental, atravesaba la calle Trinquet de Cavallers y la calle Comedias. La ‘spina’, el muro central, estaba donde se encuentra San Juan del Hospital. Y la cabecera del circo, en la calle de la Paz.
Sin embargo, sólo en tres lugares de Valencia pueden verse hoy en día restos del circo romano. “Una parte de la muralla está en un restaurante que hay en el cruce de la calle Comedias y la calle del Mar –El Soho del Mar–; existen también tres elementos de las metas en el bar del Hotel Caro; y en la cripta de la reina Costanza, en la Iglesia de San Juan del Hospital se conserva parte del muro de la ‘spina’, el muro central, donde se colocaban obeliscos e inscripciones”, señaló Albert Ribera.
Desde noviembre de 2013 hasta el pasado mes de mayo el Ayuntamiento ofreció una exposición en L’Almoina llamada ‘El circo romano de Valentia’. Ahora se ha convertido en itinerante, e irá viajando por toda la ciudad. En estos momentos se encuentra expuesta en la biblioteca de Monteolivete, y tras el verano pasará a La Rambleta.


lunes, 13 de noviembre de 2017

JUEGO DE PREGUNTAS

Entra en esta página y responde a las preguntas...a ver hasta dónde llegas...
https://antiguaroma.com/inicio-juego/
 

jueves, 12 de octubre de 2017

TETRARCAS

La obra representa con gran maestría la situación política del Bajo Imperio en la época de Diocleciano. Tras la crisis sufrida entre los años 235 y 285, el emperador romano Diocleciano decidió nombrar a Maximiliano césar y después augusto, con el fin de controlar mejor el vastísimo territorio de su imperio. Ante la inminente amenaza de los persas Diocleciano y Maximiliano decidieron convertir su diarquía en una tetrarquía –gobierno de cuatro- nombrando a Galerio y Constancio Cloro como césares. Así el control político y militar del imperio quedaba en manos de dos augustos y dos césares que ayudaban a los primeros y ocupaban su cargo si éstos perecían. Es precisamente esa fusión de los cuatro dirigentes en un solo poder lo que el artista ha querido representar al colocar las figuras abrazándose y fundiéndose en uno solo.

jueves, 7 de septiembre de 2017

VALENTIA ROMANA

Hecho con Padlet

domingo, 9 de julio de 2017

NÚMEROS ROMANOS

La numeración romana utiliza 7 letras mayúsculas, y cada una de esas letras representa un valor:

  • I equivale al 1
  • V equivale al 5
  • X equivale al 10
  • L equivale a 50
  • C equivale a 100
  • D equivale a 500
  • M equivale a 1000

Combinando esas 7 letras se puede formar cualquier número EXCEPTO el cero, por lo que no existe ningún símbolo que lo represente en la numeración romana (el cero fue introducido posteriormente por los árabes).
Ejemplos de números romanos:
  • El 3 es III
  • El 4 es IV
  • El 16 es XVI
  • El 40 es XL
  • El 90 es XC
  • El 3999 es MMMCMXCIX
¿Cuáles son las reglas para escribir y leer los números romanos?

  • La "I" colocada delante de la "V" o la "X", resta 1.  
    • Ejemplos: IV = 4; IX = 9
  • La "X", colocada delante de la "L" o a la "C", resta 10.  
    • Ejemplos: XL = 40; XC = 90
  • La "C", colocada delante de la "D" o la "M", resta 100.  
    • Ejemplos: CD = 400; CM = 900
  • No se puede repetir una misma letra más de tres veces seguidas. Las únicas letras que pueden repetirse hasta tres veces son la "I", la "X", la "C" y la "M". 
    • Ejemplos: III = 3; IV = 4; MMMIII = 3003; MMMIV = 3004
  • A continuación de una "V", la "L" y la "D" no puede ponerse otra letra igual. Esto es así porque otras letras (la "X", la "C"y la "M") ya representan su valor duplicado.  
    • Ejemplos: 
      • Para escribir 100, la forma correcta de hacerlo es poner una "C" (equivale a 100). Es erróneo poner "LL", ya que la "C" ya representa el valor 100. 
      • Si queremos escribir 10, lo correcto es poner "X" y no "VV". 
      • Y si queremos escribir 1000 lo correcto es poner "M" y no "DD".
  • Si a la derecha de la letra de un numero romano se escribe otra letra de igual o menor valor, el valor de ésta se suma a la anterior. 
    • Ejemplos: VI = 6; VII = 7; XI = 11; XVI = 16
  • Si entre dos letras de un numero romano existe otra letra de menor valor, el valor de ésta se resta al de la siguiente letra.  
    • Ejemplos: XIV = 14; MCM = 1900
  • El valor de los números romanos queda multiplicado por mil tantas veces como rayas horizontales se coloquen encima de ellos.

domingo, 5 de marzo de 2017

LA CORNUCOPIA la encontraremos en la fundación romana de valencia

La cornucopia (del latín cornu, ‘cuerno’ y copĭa, ‘abundancia’), en español conocida también como cuerno de la abundancia (en latín cornu copĭae), es un símbolo de prosperidad y afluencia que data del siglo V a. C.

En la mitología griega, la cabra Amaltea crió a Zeus con su leche. De niño, mientras jugaba con uno de sus rayos, Zeus rompió -sin querer- uno de los cuernos de la cabra.

Para compensar a Amaltea, al cuerno roto le confirió poder para que, a quien lo poseyera, se le concediese todo lo que deseara.

De ahí surgió la leyenda de la cornucopia. Las representaciones originales eran del cuerno de la cabra lleno de frutas y flores. A varias deidades, especialmente a Fortuna, se les representaba con el cuerno de la abundancia.