En la actualidad, los juguetes
electrónicos son los grandes dominadores en las preferencias de los
niños a la hora de divertirse. Los que somos un poquito “más mayores”
durante nuestra infancia y quizás de más mayores, para pasarlo bien,
jugueteamos con innumerables juegos que podríamos calificar como “más
tradicionales”: la pelota, los dados, la peonza…
¿Alguien se ha parado a pensar con qué se
divertían los niños hace 2.000 años? Pues con juegos a los que casi
todos hemos jugado alguna vez.
Los recién nacidos se entretenían con campanillas
en forma de animales; los niños más mayores con aros, peonzas, cometas,
carretes (usados como yo-yo)… y las niñas, jugaban a cocinitas y con muñecas de terracota o madera tallada, algunas muy sofisticadas en las que articulaban brazos y piernas. Era frecuente que tuvieran mascotas (delicium)
a las que les llegaban a tener tanto aprecio que cuando un crío moría,
se acostumbraba a representar a su mascota en el sepulcro. Cigarras y
grillos cantores eran sus preferidos, guardándolos en cajitas.
Veamos a qué jugaban, seguro que reconoceréis muchos de ellos:
- Canicas (ocellates): el más popular. Hechas con barro cocido o piedrecitas redondas en ocasiones dibujadas. Se han encontrado incluso canicas de esa época hechas de vidrio transparente, obtenido del sílice y cenizas. Fue tan popular que incluso el joven Octaviano -futuro emperador César Augusto-, bajaba de su litera para jugar con los niños de la calle.
- Tabas (talus): hueso de las patas de cordero, oveja o cabra, generalmente el astrágalo o talón, con seis caras, de las cuales solo se cuentan cuatro, las que son iguales. En el juego se emplean de tres a cuatro tabas. Los niños de familias pudientes usaban en su lugar piezas de marfil o cristal, semejantes a los huesecillos. Las reglas del juego eran similares a las de los dados siendo la mejor tirada la venus y, la peor (cada cara diferente), canis. En ocasiones utilizaban cubiletes para evitar las trampas.
- Dados (tesserae, cubi): cubitos de huesos, marfil, madera o mármol con un número, del uno al seis, impreso en cada lado. Se utilizaban dos o tres dados venciendo el que sacaba un seis en todos los dados. Para tener suerte en la jugada solían invocar a una divinidad o pronunciaban el nombre de la mujer que amaban.
- El ephedrismo: que consistía en golpear con un accesorio un objeto clavado en el suelo debiendo, el perdedor, llevar sobre sus hombros con los ojos tapados al ganador hasta que llegaran a una meta.
- La morra: similar al de los “chinos”, debiendo adivinar cuántos dedos sacaría el contrario.
- La peonza (buxus): hecha de madera de bog, tenía gran aceptación entre los niños.
- El aro: de diferentes tamaños según las edades. En ocasiones con cascabeles que sonaban al rodar.
- La gallina ciega, el escondite.
Otros menos populares:
- Cara o cruz (caput aut navis): tiraban una moneda al aire y elegían de que lado caería. En un lado aparecía grabada la cabeza de “Jano” y en el otro una nave.
- Pares o nones: encerrando en su puño piedrecitas o pajas.
- La mosca de bronce: vendando los ojos al niño y gritando “yo cazaré a la mosca de bronce”. El resto respondía diciendo “tú la cazarás pero no la atraparás”. Entonces corren zumbando hasta que es atrapado uno de ellos.
- Mormolycion: equivalente a dar sustos con una máscara en la cara.
- Columpio: con un carácter simbólico religioso ya que se consideraba que había sido inventado por el Dios Baco.
- Micare: dos jugadores puestos de frente a una distancia oportuna levantan la mano derecha con algunos dedos tendidos y otros replegados mientras dicen un número; el que acierta la cantidad de dedos desplegados entre la derecha de los contendientes es el que gana. El número no puede ser superior a diez.
Juegos de mesa:
- Latrunculi: jugado sobre un tablero cuadrado y guijarros, similar al ajedrez o a las damas.
- Ludus duodecim litterarum -tablero de tres filas y doce espacios donde se movían unas fichas según unas normas que desconocemos; la tabula; el tres en raya…
Los adultos también se divertían:
- Juego de la pelota, procedente de Grecia y al que jugaban incluso los hombres más importantes como Julio César, Augusto…
- Danza, música, natación tirándose al río Tíber, montar a caballo, gimnasia, caza, pesca, lucha…
Juegos de azar:
Los preferidos por los romanos. Llegaban a apostar grandes cantidades de dinero. El emperador Augusto
perdió en una sola noche 20.000 sestercios y Nerón apostaba en cada
partida 400 sestercios. Además de dinero se jugaban joyas, objetos
preciosos e incluso las túnicas de sus esclavos.
Nuestra actual “Ruleta”
de los casinos tiene su antecedente en los militares romanos. Utilizaban
las ruedas de los carros marcados con números u objetos y en otras
ocasiones usaban sus propios escudos. De esta manera se entretenían
durante los descansos tras sus largas y agotadoras jornadas, apostando
los escasos ingresos que poseían como legionarios.