En la mitología griega, la cabra Amaltea crió a Zeus con su
leche. De niño, mientras jugaba con uno de sus rayos, Zeus rompió -sin querer-
uno de los cuernos de la cabra.
Para compensar a Amaltea, al cuerno roto le confirió poder
para que, a quien lo poseyera, se le concediese todo lo que deseara.
De ahí surgió la leyenda de la cornucopia. Las
representaciones originales eran del cuerno de la cabra lleno de frutas y
flores. A varias deidades, especialmente a Fortuna, se les representaba con el
cuerno de la abundancia.