
Aconsejado por el astrónomo y filósofo alejandrino Sosígenes, Cesar añadió 67 días al año 46 a.C. para corregir el perjuicio del paso del tiempo sobre el imperfecto calendario romano. La celebración se perdió durante la Edad Media, pero tras la implantación del calendario Gregoriano –el actual- en 1582, el día de Año Nuevo fue restaurado. Desde entonces, la tradición requiere reunirse con gente para recibir el Nuevo año.