viernes, 28 de septiembre de 2012

3ª GUERRA PÚNICA


TERCERA GUERRA PÚNICA

Aunque las dos partes estaban en paz desde el final de la Segunda Guerra Púnica, Roma no podía permanecer apacible con el rival, porque incluso con todos los embargos e impuestos que el tratado de Paz que habían impuesto los romanos a los cartagineses en la última guerra (Segunda guerra Punica), Cartago había superado todas las la adversidad y volvía a prosperar.

Ante esto, Roma no podía permitir que su viejo rival volviese a resurgir, y a continuación, utilizo una artimaña de uso frecuente en la antigüedad. Como Cartago estaba prohibido hacer la guerra contra cualquier pueblo, sin el consentimiento del Senado romano , según el Tratado de Paz, Roma envío ordenes en secreto a sus nuevos aliados, los numidias, en África para atacar el territorio cartaginés y provocar un enfrentamiento.

Durante tres años, los Cartaginés pidieron al Senado romano que se les otorgue el derecho de defensa, pero siempre eran ignorados por los romanos, esto desemboco el conflicto cuando los Cartigeneses finalmente decidieron defenderse a sí mismos, y así se creó el pretexto que Roma necesitaba para atacar a Cartago. Luego, en el año 149 A.C. legiones romanos atacaron y sitiaron la ciudad de Cartago.

La caída de Cartago: Destrucción total 

Se inicio con un sitio que duró tres años, y según la leyenda fue tan duro que las mujeres se cortaron el pelo para hacer cuerdas y fabricar armas de guerra, los habitantes cartagineses lucharon día y noche para defender su ciudad. Los cartagineses soportaron el asedio desde el año 149 aC hasta la primavera del 146 aC, cuando Publio Cornelio Escipión Emiliano tomó la ciudad en una tormenta. Aunque los ciudadanos cartagineses lucharon valientemente, inevitablemente sucumbieron gradualmente por la abrumadora fuerza militar romana. Los romanos tuvieron paciencia para enfrentarse casa por casa de la ciudadela interior y superar la última resistencia de los pobladores que defendían cada metro cuadrado .

Después de la batalla, la poderosa Cartago, fue destruida y convertida en ruinas con sólo un botín de aproximadamente 50.000 sobrevivientes, la mayoría mujeres y niños que fueron vendidos en los mercados de esclavos . El odio de los romanos era tan grande, al viejo rival, que según la leyenda, después de la caída de la ciudad, fue totalmente destruida y su terreno salado para que nada creciese en ella.

La tarea fue tan bien ejecutada que, aún hoy los arqueólogos no saben la ubicación exacta de la ciudad. La Cartago que aparece en los mapas romanos después de las Guerras Púnicas es una ciudad fundada por Roma como una colonia.

2ª GUERRA PÚNICA

Tras la derrota en la Primera Guerra Púnica, Cartago se vio obligada a pagar a Roma indemnizaciones de guerra millonarias. Para hacer frente a los pagos, llevó a cabo una nueva expansión ultramarina por las ricas tierras de la Península Ibérica, repletas de fértiles valles y ciudades populosas. Los ejércitos cartagineses, al mando de Amílcar Barca, ocuparon el sur de Hispania, pero Amílcar fue asesinado por un indígena, y el control de las tropas pasó a manos de su hijo Aníbal, que apenas contaba 22 años. Roma había pactado con los cartagineses una frontera en el río Ebro. Pero al sur del Ebro, en zona cartaginesa, se encontraba la ciudad de Sagunto, que había suscrito una alianza con Roma para defenderse de los púnicos. En su afán por conquistar toda la zona asignada, Aníbal puso cerco a Sagunto, y la ciudad pidió ayuda a sus aliados romanos. Corría el año 218 cuando Roma declaró la guerra a Cartago. Comenzaba la Segunda Guerra Púnica, que iba a decidir la Historia de Occidente. El comienzo de la guerra Los romanos pensaron que el enfrentamiento tendría lugar en la Península Ibérica. Pero Aníbal, que aunaba una extraordinaria capacidad táctica con una visión estratégica de largo alcance, diseñó un plan más ambicioso para el sometimiento de Roma. Mientras el Senado romano enviaba todos sus efectivos a Hispania, Aníbal dejó a su hermano Asdrúbal al frente de las tropas de la Península, y lanzó a su ejército a una increíble travesía cruzando los Pirineos y los Alpes, para atacar Roma por el Norte. Nadie podía esperar que un ejército entero se atreviera a cruzar los terribles pasos de alta montaña en invierno, por sendas nunca antes transitadas. La hazaña le costó a Aníbal la pérdida de un ojo y la muerte de la mayoría de los elefantes, pero las desprevenidas legiones romanas fueron derrotadas por tres veces en el norte de Italia, en las batallas de Tesino, Trebia y Trasimeno. Y así, en la primavera del año siguiente, ningún ejército se interponía ya entre Aníbal y Roma. Aníbal a las puertas de Roma La llegada del cartaginés sembró el pánico en la capital. En las calles, la muchedumbre aterrorizada no dejaba de gritar: Anibal ante portas!, ¡Aníbal a las puertas de Roma!. Las murallas de la ciudad habían olvidado ya la última vez que tuvieron que hacer frente a una amenaza semejante, y no resistirían un asedio. Las únicas legiones disponibles se hallaban en Hispania; los generales que podrían encabezar una resistencia desesperada, a semanas de distancia. Roma estaba perdida. A Aníbal le bastaba alargar la mano para tomar la ciudad y reducirla a cenizas. Pero, misteriosamente, Aníbal no descargó el golpe. El cartaginés comprendía que la verdadera fuerza de Roma no se escondía tras sus muros. Si se detenía ante la capital, si comprometía a su ejército en un asedio que podría durar semanas, corría el riesgo de ser sorprendido en cualquier momento por los pueblos itálicos del Sur o por las legiones que volvieran de Hispania desde el Norte. Para derrotar definitivamente a Roma Aníbal necesitaba dos cosas: obtener refuerzos de Cartago y privar a Roma de sus aliados itálicos. Por eso, pasando de largo ante la ciudad, se dirigió hacia el Sur. La batalla de Cannas Aprovechando el respiro, Roma, cuyos recursos parecían inagotables, reunió un nuevo ejército de ochenta mil hombres, el mayor que nunca hubiera comandado un general romano, y el verano del año 216 a.C. se enfrentó con Aníbal en la llanura de Cannas. La desigualdad de efectivos era de tres a uno a favor de los romanos. Pero, a pesar de ello, Aníbal consiguió envolver al ejército enemigo y aniquilarlo completamente. La batalla de Cannas se recuerda como uno de los mayores prodigios de estrategia militar de todos los tiempos. Buscando aliados Libre de toda oposición, Aníbal intensificó su actividad diplomática, tratando de convencer a los aliados de Roma de que abrazaran la causa cartaginesa. Tuvo éxito con algunos pueblos, si bien la mayoría prefirió permanecer leal a Roma o expectante. Reclamó nuevos refuerzos de Cartago, pero la ciudad no se atrevía a desviar todos sus efectivos y quedar tan desprotegida como Roma.
 
OTRO RESUMEN DE LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA

La Segunda Guerra Púnica, También conocido como La Guerra de Aníbal y por los romanos de esos tiempos como La guerra contra Aníbal, se prolongó desde el año 218 hasta el año 201 a. C. y participaron combatientes en el Mediterráneo occidental y oriental. Esta fue la segunda gran guerra entre la Cartago y el República Romana, Con la participación de la Bereberes en el lado de Cartago. Los dos estados habían tres grandes conflictos entre sí en los cursos de su existencia. Se les llama “Guerras Púnicas” debido la palabra latina Punici, Derivado de Phoenici, hace referencia a Cartago de ascendencia Fenicia.


Antecedentes de la Segunda Guerra Punica 
Cartago había sufrido enormemente durante la Primera Guerra Púnica, No sólo había perdido la isla de Sicilia, sino que también perdió su superioridad naval en el mediterraneo cediendoselo a la Republica de Roma. Además, la indemnización de guerra impuesta a Cartago por Roma provoco una quiebra economica en el imperio cartagines. Pocos años después de la Primera Guerra Púnica, mientras que Cartago se ocupo de sofocar una rebelión encendida por los mercenarios no remunerados, Roma se apoderó de las islas cartaginesas de Cerdeña y Córcega. No obstante Cartago logró recuperarse y comenzó a expandir su influencia sobre la Península Ibérica (Hispania).

Inicio y desarrollo de la Segunda Guerra entre el imperio de Cartago y la Republica de Roma
La Segunda Guerra Púnica comenzó cuando Cartago capturó la ciudad ibérica de Sagunto, un aliado nominal de Roma. El famoso general cartagines Aníbal estaba decidido a aniquilar a Roma. A falta de un poder naval, Aníbal tuvo un gran ejército, incluido elefantes a través de Francia y sobre los Alpes en Italia. La llegada del ejército de Aníbal en Italia desencadenó numerosas rebeliones contra el dominio romano y Aníbal derrotó decisivamente a Roma en una serie de batallas aplastantes sobre los ejércitos romanos como la batalla de la Trebia y la emboscada en el Lago de Trasimeno donde las tropas romanas fueron cercadas y destrozadas. Roma se basó en el empleo de la Estrategia de Fabian Máximo (dictador romano) quien decidio evitar el conflicto directo con Aníbal en Italia, sino mantenerlo ocupado mientras que los romanos fueron capaces de conquistar con exito la region de Iberia. Aníbal no tenía equipo de asedio adecuados para tomar Roma y no podía llamar a los refuerzos de Cartago por falta de poder naval. el general Asdrúbal proveeria a Aníbal en los Alpes con un segundo ejército, pero fue derrotado antes de llegar a Aníbal.




Victoria romana sobre Cartago 

Mientras tanto en la Península Ibérica, que servia como la principal fuente de mano de obra para el ejército cartaginés es amenazada por una expedición romana bajo el mando de Publio Cornelio Escipión el Africanoquien tomó nueva Cartago (Hispania) por asalto y puso fin al dominio cartaginés en Iberia. Finalmente, Aníbal hizo un retiro apresurado de vuelta a Cartago para cenfrentarse con Escipión el Africano en África del Norte en la batalla de Zama, aquí los romanos vencieron a Cartago, Poniendo fin a la Segunda Guerra Púnica. Cartago nunca más ozo desafiar la hegemonía de Roma sobre el Mediterráneo y dejó de ser una gran potencia y se convirtió en un estado de cliente romano, que medio siglo más tarde, sería conquistada completamente por Roma en la Tercera Guerra Púnica, que era simplemente un sitio de la ciudad de Cartago por Roma.


Conclusiones sobre la Segunda Guerra Púnica

Quizás la principal debilidad de los cartaginéses fue su incapacidad para incorporar a los pueblos locales de Túnez a su cultura, que significo que permanecieran como extranjeros en las costas de Africa. Esto significaba que tenían que depender de mercenarios en lugar de una gran población local. Roma, por el contrario eran un pueblo local con un fuerte sentido de identidad en un zona agrícola interior. Ellos fueron capaces de extraer una población rural grande justo antes del comienzo de las Guerras Púnicas. Por ejemplo Pirro de Epiro, invadió Italia pero se frustró cuando cada vez que derrotaba a los romanos estos fueron capaces de reclutar a otro ejército enorme, aunque siguió derrotando a los romanos en las batalla, agotó a sus hombres y terminó abandonando Italia. En cierta medida Aníbal enfrentan el mismo problema, a pesar de que derrotaron a los romanos en la batalla en muchas ocasiones, los romanos fueron capaces de elevar un nuevo ejército contra Cartago.

1ª GUERRA PÚNICA



Origen del conflicto Cuando, el año 272 a.C., la colonia griega de Tarento, en el Sur de Italia, cayó en manos de los romanos, Roma dominaba ya toda la península y se había convertido en uno de los estados más poderosos de su entorno. Era sólo cuestión de tiempo que su camino se cruzara con el de la otra gran potencia del Mediterráneo occidental: Cartago. La ciudad de Cartago, en la costa norte de la actual Túnez, había sido fundada el siglo IX a.C. por marineros fenicios, que construyeron este enorme puerto en el centro de las rutas comerciales que surcaban el Mediterráneo. Además de su estratégica posición para el comercio, Cartago estaba rodeada de tierras fértiles, y muy pronto, los cartagineses (que también recibían el nombre de púnicos), extendieron su dominio hasta Sicilia. Allí tomaron contacto con los romanos, que se encontraban en plena expansión, y las dos potencias comenzaron a vigilarse con recelo. Sicilia, rica en cereales, estaba poblada por prósperas colonias griegas, muchas de las cuales estaban dominadas por los cartagineses. Sin embargo, una de ellas, Mesina, situada en el estrecho entre Italia y la isla, decidió llamar en su auxilio a los romanos para que expulsaran a la guarnición cartaginesa que controlaba la ciudad. Cuando los mensajeros de Mesina llegaron al Senado se produjo una larga deliberación. Todos eran conscientes de que enviar ayuda militar a la ciudad desencadenaría un terrible enfrentamiento con Cartago, cuyas últimas consecuencias eran imprevisibles. Al final, los romanos decidieron enviar a sus soldados. Era el año 264 a.C. y daba comienzo así la primera de las Guerras Púnicas, tres terribles enfrentamientos entre romanos y cartagineses que decidirían el destino de Occidente. Primera Guerra Púnica Roma –que poseía sólo una pequeña flota- apenas tenía experiencia en batallas navales. Así que, al principio, los cartagineses destruían con facilidad las naves que enviaban los romanos, mal dirigidas por sus inexpertos almirantes. Pero cada derrota enseñaba a los romanos algo nuevo. Al final, se percataron de que su infantería era superior a la cartaginesa, y decidieron aprovechar esa ventaja. Para ello, diseñaron unas pasarelas de madera terminadas en garfios, con las que los legionarios podían cruzar hasta las naves enemigas. Los cartagineses sabían manejar mejor sus trirremes, pero sus marineros no estaban preparados para combatir cuerpo a cuerpo, y terminaron siendo derrotados. Después de veinte largos años de guerra, en el año 241 a.C., los romanos se convirtieron en los únicos dueños de Sicilia, que pasó a ser la primera provincia romana. Compromisos de Cartago La derrotada Cartago se comprometió a no atacar jamás a un aliado de Roma, y tuvo que hacer frente a unas indemnizaciones millonarias. La cuantía de las compensaciones era tan elevada, que los cartagineses no podían pagarlas con los beneficios de sus dominios en África, y decidieron expandirse por las ricas tierras de la Península Ibérica. Pero, tras su victoria sobre Cartago, Roma se había convertido en una potencia temible, y también había puesto sus ojos en las tierras de Hispania. Así que para evitar un nuevo enfrentamiento, decidió repartirse la Península con Cartago. La frontera se situaría en el Ebro. Los territorios al norte de este río serían para Roma, los del sur, para Cartago.

TARQUINIO EL SOBERBIO, EL ÚLTIMO REY ETRUSCO

El último de los reyes que tuvo Roma, Tarquinio el soberbio, encarnó como ningún otro la figura del tirano oriental que tanto acabarían odiando los romanos. Después de haber alcanzado el poder asesinando a su suegro (Servio Tulio), Tarquinio fue el primer monarca que se rodeó de una guardia personal para protegerse. Ansioso de gloria, llevó a cabo importantes campañas militares en territorio etrusco, y también realizó obras de gran envergadura en la ciudad, entre las que destaca la construcción del majestuoso Templo de Júpiter en la cima del Capitolio, que sería durante siglos el más importante de Roma. A él se deben también el servicio personal obligatorio en la milicia, y el reparto gratuito de trigo a la población, llamado annona. Pero sus victorias y sus construcciones no disimulaban su crueldad. Cansado de su despiadada arbitrariedad, el pueblo buscaba el modo de desembarazarse de su tiranía. El desencadenante de su caída fue la muerte de la joven Lucrecia. Esta honesta esposa había sido forzada por un hijo de Tarquinio, y tras confesar su desgracia a su padre y su marido, se suicidó delante de ellos atravesándose el corazón. La ciudadanía, encolerizada al enterarse del suceso, decidió expulsar al rey y a toda su familia. Corría el año 509 a.C. y comenzaba la República romana, que gobernaría la ciudad durante cinco siglos. Resumen de la monarquía y conclusión Siete reyes habían gobernado Roma durante 250 años: los cuatro primeros, incluido Rómulo, pastores y agricultores de origen latino y sabino; los 3 últimos, de origen etrusco. Y se puede decir que su reinado fue positivo para Roma, que creció y se desarrolló como ciudad, alcanzando el predominio sobre el resto de los pueblos del Lacio. Pero Tarquinio el Soberbio dejó un recuerdo tan odioso en la memoria de los romanos, que éstos renegaron para siempre de la monarquía, y no era concebible entre los políticos de la ciudad peor traición que la de querer convertirse en rey. Aunque hubo emperadores que superaron con creces las maldades de Tarquinio en el ejercicio de su poder, en el resto de su larga historia los reyes jamás volverían a Roma.

EL RAPTO DE LAS SABINAS

Para poblar la ciudad recién creada, Rómulo aceptó todo tipo de prófugos, refugiados y desarraigados de las ciudades vecinas, de procedencia latina. La colonia estaba formada íntegramente por varones, pero para construir una ciudad se necesitaban también mujeres. Pusieron entonces sus ojos en las hijas de los sabinos, que habitaban la vecina colina del Quirinal. Para hacerse con ellas, los latinos organizaron una gran fiesta, con carreras de carros y banquetes, y cuando los sabinos se encontraban vencidos por los vapores del vino, raptaron a sus mujeres. Al regresar a sus casas y descubrir el engaño, los sabinos declararon de inmediato la guerra a los latinos. La traición de Tarpeya Antes de partir al campo de batalla, Rómulo encomendó la custodia de la ciudad a la joven Tarpeya, pero ésta, enamorada en secreto del rey de los sabinos, o anhelando una recompensa, prometió al monarca enemigo que le mostraría una vía oculta que conducía al Capitolio (donde estaba la fortaleza latina), a cambio de lo que él llevaba en el brazo izquierdo, en alusión a un brazalete de oro del rey. En efecto, los sabinos alcanzaron la ciudad gracias a las indicaciones de Tarpeya, pero en vez de entregarle su pulsera, el rey sabino ordenó a sus hombres que aplastaran a la traidora con sus escudos, que llevaban, precisamente, en el brazo izquierdo. Otra versión de la leyenda cuenta que los romanos descubrieron su traición, y que la arrojaron al vacío por un precipicio, que pasó a llamarse la roca Tarpeya, inaugurando así la costumbre de castigar a los traidores a la patria lanzándolos desde ese punto. Intervención de las sabinas La ayuda de Tarpeya no evitó que sabinos y latinos se enfrentaran en el campo de batalla. En un momento del combate, en una célebre escena, múltiples veces representada en el arte, las sabinas se interpusieron entre los contendientes, abrazándose al cuello de sus maridos y familiares, para suplicarles que detuvieran la pelea. Pues si vencían los sabinos, ellas perderían a sus maridos, y si vencían los latinos tendrían que llorar la muerte de padres y hermanos. De modo que los contrincantes depusieron las armas y firmaron la paz. Con esta leyenda ilustraban los romanos que su ciudad había nacido de la unión de dos pueblos: latinos y sabinos, a los que pronto se sumó un tercer elemento: los etruscos, un pueblo muy avanzado, que poblaba la actual Toscana y que poseía importantes intereses comerciales en la región del Lacio.